domingo, 8 de marzo de 2009

Mike Patton, tres romanos y una leyenda japonesa de 56 años cierran Radar 8, no hagan preguntas, sólo vayan


Sin más presentación, que Radar inicia actividades este viernes -o sea ya-, señoras y señores, esto es Mike Patton+Zu







Mike Patton, el camaleónico vocalista (capaz de cambiar de estilo y/o proyecto con una versatilidad sobresaliente) de grupos como Faith No More, Mr. Bungle o Fantômas (con quien ya se presentó hace cuatro años en Radar), con una discografía grosera, se lanza al escenario con el trío de romanos Luca Mai, Massimo Pupilo y Jacopo Bataglia, que conforman la agrupación de avant jazz Zu.

Este proyecto italiano, cuya principal característica es saltar de un colaborador a otro, lleva ya diez años y catorce discos de borrar las fronteras del rock, el metal, el noise y el punk jazz con un conjunto de instrumentos bastante poco común (batería, saxofón barítono y bajo eléctrico). Así, sin mayor explicación, Patton y Zu decidieron crear un ensamble para jugar juntos con las posibilidades del sonido.

Y básicamente, sin querer mejorar la expectativa de su presentación (que de por sí ya es enorme, siendo el concierto más esperado de esta edición de Radar 8), podemos decir que cuando se suban al escenario, un trío que logra sacar hasta el último sonido de sus instrumentos y una voz con un nulo sentido de la palabra límites se juntarán para darle una definición a las palabras rasposo y catártico.

Y es que, cada uno por su parte, Patton y Zu han logrado, en su carrera, llevar tan al extremo el sonido de sus propios estilos e instrumentos, que lo han rebasado hasta dejarlo irreconocible, difícil, áspero y rijoso; la palabra “vocalista” suena anticuada cuando uno escucha lo que Patton ha logrado redimensionar en su trabajo, y la idea de un trío de jazz necesariamente se queda corta, casi a la altura de una banda de bar, cuando uno escucha lo que este trío de romanos es capaz de hacer con sus instrumentos semiacústicos.



La primera vez que escuché a Patton solo, fuera de sus proyectos más populares como Faith No More o Fantômas, recuerdo que de inmediato pensé: “¿cómo coños hace eso?”. Aún con el procesamiento electrónico necesario para hacer los portentos que hace con su voz, me parecía increíble que pudiera llevar tan al límite un instrumento como es la propia voz de esa manera. Uno podía encontrar todo tipo de registros en su trabajo, me pareció sorprendente que hiciera todo lo que hacía sólo con su garganta, es decir, que pudiera, por decirlo de una manera, ‘componer’ para voz de esa forma. Patton ha manejado su instrumento a tales niveles en toda su labor como vocalista que su música y sus interpretaciones son verdaderamente una invención novedosa, que a primera oída suele desconcertar por su complejidad.



Por el otro lado, Zu, con un conjunto de instrumentos tan nobles y humildes como son el bajo, el saxofón y la batería, han logrado expandir su campo de acción sonora a tal grado que su energía y brusquedad (sobre todo cuando uno los mira pensando en un conjunto de jazz) resultan verdaderamente notorias. Más que emotivo, como han sido los cierres de Radar de los últimos años (acuérdense de Music For Airports de Brian Eno en un Palacio de Bellas Artes a reventar cerrando Radar 5 o un soberbio Anthony Braxton el año pasado en el Teatro de la Ciudad), el de este año promete ser catártico, hosco, algo que muy probablemente va a pasar un tiempo antes de que vuelva a acontecer. Es una fórmula simple: un trío capaz de acelerar y violentar a sus instrumentos de maneras tan sutiles como descorteses, junto a un vocalista con un repertorio de gorjeos, gritos, gárgaras, arias, sonidos electrónicos y modulaciones de voz esquizofrénicas que darán, forzosamente, una presentación brutal y despiadada.



Pero antes…


Cierto, este año, Radar no incluye a la turba de japoneses (casi siempre iracundos) que suele traer (Yamantaka Eye, Atsuhiro Ito, Otomo Yoshihide, Taeji Sawai, Ikue Mori, por decir algunos), sin embargo, abriendo este concierto en el Lunario, Radar trae a uno de los japs más importantes en la historia de la escena:


El trabajo del músico experimental japonés Keiji Haino (Chiba, 1952) ha recorrido el rock, la improvisación, el noise, las percusiones, la psicodelia, el minimalismo y el drone en sus más de treinta años de carrera; de él se pueden decir infinidad de cosas, como que ha colaborado con las mentes más disímiles y reconocidas, desde John Zorn, Yamataka Eye, Magical Power Mako, el difunto Derek Bailey, Bill Laswell, John Duncan, Peter Brotzman, Fred Frith, Jim O’Rourke hasta Toru Takemitsu. Que cita como sus influencias a artistas como Syd Barret, Marlene Dietrich, Iannis Xenakis, Charlie Parker o Blind Lemon Jefferson. Que desde hace mucho tiempo se ha dedicado a explorar los límites de la guitarra eléctrica y la voz, aunque suele implementar una multitud de instrumentos en su trabajo.

Pero toda esa información deja de ser útil cuando se tiene a Keiji encima del escenario.




Keiji Haino en el No Fun Fest, 2007


Sus exploraciones con el sonido suelen ser sumamente largas, muy intensas. A diferencia de lo que ya habremos visto para ese entonces en las jornadas de Electrónica Experimental unos días antes, con sonidos más refinados o preparados, lo que Haino hace conlleva una energía originalmente adquirida en el rock, en la crudeza de manejar un instrumento como es la guitarra.

Haino puede pasar por momentos declaradamente drone, con prolongaciones de sonidos extremadamente distorsionados, y exceder esos límites hasta llegar a una atmósfera de silencios (no obstante el inmenso ruido) y de repeticiones más propia del minimalismo, sólo para usarlo como antesala de una interpretación con la voz mucho más cercana al rock o a un acto teatral (sitio de origen de Haino), todo esto con capas y capas de grabaciones desconcertantes (riffs de guitarras muy agudos que de pronto se convierten en voces, distorsiones cuya fuente no logras identificar, o ni siquiera sabes si realmente estás escuchando ese sonido como tal o es sólo un efecto del otro montón de ruido que está sonando en ese mismo momento).

Las improvisaciones de Keiji Haino suelen ser verdaderamente transformadoras precisamente por esta mezcla en vivo de tiempos, timbres y maneras o estructuras de abordar el sonido. Al final no sabes qué fue lo que pasó, no tuviste tiempo de hacerte a la idea de un solo sonido, porque lo que pasó fue una amalgama de soluciones sonoras sumamente viva, en movimiento. Lo que de repente parecía un paisaje sonoro se convierte en un bloque macizo de sonido, sólo para metamorfosearse en un único sonido prolongado hasta que ya no es posible sostenerlo más sin descomponerlo y volver al principio.

Keiji Haino, como todos los músicos noise/experimentales japoneses, cuenta, con sus cincuenta y tantos años, de esa energía feroz y peligrosa que suelen mostrar los nipones en el escenario, sin embargo en su caso vale la pena recordar esa pose, ese desgarbo y crudeza que vienen más del mundo del rock, que hace que sus presentaciones, pese a lo complejo de su sonido sean, no obstante, dinámicas y llenas de vitalidad.




Keiji Haino con Otomo Yoshihide

Keiji Haino+Yamataka Eye+John Zorn




Próximo post: Radar inaugura sus actividades el viernes. ¡Todos al Laboratorio de Arte Alameda a las 20:30!



Keiji Haino, Mike Patton+Zu // Sábado 21 de Marzo 22:00 hrs. // Lunario del Auditorio Nacional // $400

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