Todo indica que la noche del 19 de Marzo será algo muy parecido a eso.
Para empezar, el peruano Christian Galarreta abrirá esta sesión con su ruidero. De él pueden leer con más detalle en el post de Sirako que está acá abajo.
Para empezar, el peruano Christian Galarreta abrirá esta sesión con su ruidero. De él pueden leer con más detalle en el post de Sirako que está acá abajo.
La Orquesta Silenciosa
Luego sigue La Orquesta Silenciosa, uno de los grupos experimentales más importantes en México. Actualmente integrada por Alexander Bruck, Antonio Dominguez, Arthur Henry Fork, Manrico Montero, María Lipkau, Paul Marrón y Salvador Villanueva, este grupo fusiona la improvisación electroacústica con medios audiovisuales (de los que se hará responsable Dominguez).
Las presentaciones en vivo de La Orquesta Silenciosa suelen ser muy interesantes, no sólo por ver a un conjunto numeroso improvisando con un sinfín de instrumentos y objetos, sino por la atmósfera intimista y algo oscura que generan: instrumentos crudos, objetos alterados, ejecuciones limpias a la vez que desconcertantes. Vayan a su myspace para que se den una idea.
Las presentaciones en vivo de La Orquesta Silenciosa suelen ser muy interesantes, no sólo por ver a un conjunto numeroso improvisando con un sinfín de instrumentos y objetos, sino por la atmósfera intimista y algo oscura que generan: instrumentos crudos, objetos alterados, ejecuciones limpias a la vez que desconcertantes. Vayan a su myspace para que se den una idea.
La Orquesta Silenciosa forma parte del Label Mandorla (que maneja uno de sus integrantes, Manrico Montero), especializado en música digital y experimental.
La Orquesta Silenciosa con Hidekazu Wakabayashi & Ryuta Kawabata en el Laboratorio de Arte Alameda, Noviembre 2008
Oren Ambarchi (Sydney, Australia, 1969) es el plato fuerte de esa noche de jueves. Compositor y multiinstrumentalista, su trabajo se ha centrado principalmente en la investigación de los sonidos de la guitarra, logrando experiencias audibles en las que ya no se puede reconocer el instrumento en cuestión. Lo que se percibe es un sonido completamente nuevo, inidentificable, abstracto, y sumamente leve.
Los soundscapes de Ambarchi son absolutamente elegantes, nítidos y concretos, uno tiene la idea, al escucharlo, que las cosas sólo están pasando, fluidamente, como si nadie estuviera tomando decisiones arriba del escenario o detrás de la consola del estudio de grabación.Su repertorio de sonidos está tan procesado, catalogado y cuidado para su ejecución en vivo, que uno tiene la impresión de que está escuchando un sonido continuo, con cambios difíciles de identificar.
Los soundscapes de Ambarchi son absolutamente elegantes, nítidos y concretos, uno tiene la idea, al escucharlo, que las cosas sólo están pasando, fluidamente, como si nadie estuviera tomando decisiones arriba del escenario o detrás de la consola del estudio de grabación.Su repertorio de sonidos está tan procesado, catalogado y cuidado para su ejecución en vivo, que uno tiene la impresión de que está escuchando un sonido continuo, con cambios difíciles de identificar.
Pongamos un ejemplo de lo que es capaz Ambarchi: quienes asistieron a la prolongada presentación de Möslang, Müller & Kahn en el MIDE hace dos años, recordarán cuán quieta era la actividad en el escenario, parecía que el trío de suizos se estaban hablando al oído entre sí, los cambios en el sonido eran apenas notables e incluso sus movimientos corporales (enfocados principalmente a conectar y deconectar plugs y manejar laptops) eran apenas perceptibles. Este escenario sonoro fue tan sutil y tan agradable, que la presentación se extendió más de la cuenta (fue la más larga de la noche), al grado de que, al primer silencio, el público tuvo que aplaudirles para que ya terminaran.
Pues el sonido de Oren Ambarchi es aún más leve, los cambios son todavía más sutiles, es una atmósfera tan cuidada que hay poco o nulo espacio para cambios bruscos, es difícil reconocer el sonido de lo que se está escuchando cuando de repente, casi sin poder darse cuenta, entra otro sonido igual de abstracto e irreconocible. Uno puede no percatarse siquiera del paso del tiempo, porque sus soundscapes son tan leves que afectan la temporalidad de quien lo escucha: por un lado pueden requerir de un nivel de concentración alto para desmenuzar el sonido, y al mismo tiempo es posible sólo sentarse y meterse en ese conjunto de capas y capas apenas distinguibles que generan todo un entramado sonoro espeso pero fluido, cargado pero leve.
Pero no se asusten. Hay un aspecto de Ambarchi que me parece vale la pena subrayar en primer lugar para aquellos que planeen ir al Palacio de Medicina el jueves 19 de marzo: es sumamente armónico, es un sonido placentero, de esos que, por decirlo de alguna manera, no está peleado con los efectos visuales del iTunes; el manejo tan elegante de sus instrumentos y dispositivos provoca un sonido pleno, sin trabas, que muchos ya quisiéramos de fondo en elevadores y servicios telefónicos.
Pues el sonido de Oren Ambarchi es aún más leve, los cambios son todavía más sutiles, es una atmósfera tan cuidada que hay poco o nulo espacio para cambios bruscos, es difícil reconocer el sonido de lo que se está escuchando cuando de repente, casi sin poder darse cuenta, entra otro sonido igual de abstracto e irreconocible. Uno puede no percatarse siquiera del paso del tiempo, porque sus soundscapes son tan leves que afectan la temporalidad de quien lo escucha: por un lado pueden requerir de un nivel de concentración alto para desmenuzar el sonido, y al mismo tiempo es posible sólo sentarse y meterse en ese conjunto de capas y capas apenas distinguibles que generan todo un entramado sonoro espeso pero fluido, cargado pero leve.
Pero no se asusten. Hay un aspecto de Ambarchi que me parece vale la pena subrayar en primer lugar para aquellos que planeen ir al Palacio de Medicina el jueves 19 de marzo: es sumamente armónico, es un sonido placentero, de esos que, por decirlo de alguna manera, no está peleado con los efectos visuales del iTunes; el manejo tan elegante de sus instrumentos y dispositivos provoca un sonido pleno, sin trabas, que muchos ya quisiéramos de fondo en elevadores y servicios telefónicos.
Los paisajes sonoros que Oren Ambarchi tiene preparados harán que la mayoría se siente (cosa que se va a agradecer) y que, uno que otro –que los hay y habemos– se relaje y cierre los ojos el tiempo que dure la presentación, que puede ser más de lo que el reloj marque.
Oren Ambarchi en Mills Gallery, Boston Center for the Arts, 2006
A pesar de esta sonoridad controlada y sumamente fina de Ambarchi, quienes quieran verlo sobre el escenario antes de su presentación dentro de las jornadas de electrónica experimental de Radar, podrán verlo con capucha y guitarra en mano cuando se suba a tocar con Stephen O'Malley, Greg Anderson y Attila Csihar en la presentación de Sunn O))) en el lunario del Auditorio Nacional el sábado 14 de marzo. Podrán ver cómo un músico elegante y refinado hace lo que hace cuando hay de por medio pedales, murallas de sonido concreto, capuchas y niebla artificial sobre el escenario (aquí un ejemplo de lo que podría pasar).
Oren Ambarchi
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