sábado, 13 de febrero de 2010

Ciclo Mauricio Kagel 3: Ludwig van

Para cerrar el homenaje que Radar dedica en su novena edición al compositor argentino-alemán Mauricio Kagel, la tercera parte del ciclo se trata de una ocasión muy especial, pues se revisará una de las facetas más desconcertantes e interesantes de su obra: su trabajo cinematográfico. En el Ciclo Kagel 3, se proyectará una pieza que no dejará indiferente a nadie.



Mauricio Kagel



Construida como una serie de escenas aparentemente sin conexión, Ludwig van, la película más importante dentro de la filmografía de Mauricio Kagel, fue estrenada en 1970, año de los festejos por el bicentenario de Ludwig van Beethoven como una especie de homenaje muy poco convencional. Mientras todo el mundo reverenciaba el trabajo de uno de los compositores más importantes en la historia, Mauricio Kagel sorprendió a propios y extraños con un filme que repasa la vida, la figura, la casa y las discusiones alrededor del compositor. Describir la película de manera más general sería simplemente injusto, y es que, por vago que pudiera sonar, Ludwig van es más que una película experimental o una alusión a Beethoven, es, tal cual, demasiadas cosas: una crítica al uso de la música de Beethoven en su bicentenario, antisolemne, desfasada, irrespetuosa, incluso agresiva, demasiado compleja, una meditación sobre la sordera y el volumen muy altos, los tapices musicales, disfraces, y por supuesto, Beethoven. La escenografía no está ahí para hacer las cosas más fáciles: vemos la reconstrucción de la casa de Beethoven como algo extraño, como si algo estuviera pasando ahí que no va a sostenerse por mucho tiempo: como parte de una visita ficticia a su casa en Bonn, accedemos a su estudio: todo está tapizado con partituras de sus obras. La música no es desconcertante por sí misma, pero suena completamente fuera de lugar, y es que todo está fuera de lugar.



Still de Ludwig van, estudio de Beethoven



Sin embargo, aunque todos y cada uno de los elementos que conforman Ludwig van son increíbles por sí mismos (las actuaciones, la reconstrucción de su casa, los props, la fotografía, la música), lo más fascinante de la película es que todo es calmo, lento. Por esto, el tono se mueve constantemente, y pasas mucho tiempo antes de saber si se trata de una biografía, un documental o una puesta en escena. Estos cambios son declaradamente irritantes porque la edición de todo el filme desarma por completo al espectador: es imposible predecir la siguiente escena, y la posibilidad de depositar la interpretación de uno o de sentir alguna especie de empatía con la película y su ‘trama’, es nula: Kagel nos maneja durante los 90 minutos que dura, simplemente se tiene que ceder, no se puede hacer otra cosa.




Fragmento de Ludwig van




Quizá lo que más deba rescatarse de Ludwig van es el marcado interés por parte de Kagel en burlarse de toda la serie de solemnidades y elegancias que suelen acompañar al homenaje: se escuchan parodias de programas de radio o televisión alusivos al natalicio de Beethoven, los presentadores discuten sobre ella, la música, aunque difusa, mantiene claros elementos beethovenianos, se sopesa la posibilidad de analizar su cráneo, los efectos de su música en sus intérpretes, se entrevista a uno de sus descendientes. Si contrastamos el tono general de Ludwig van con todos los actos conmemorativos de su bicentenario, puede incluso parecer una crítica gratuita, pero hay que pensar en lo que implica un homenaje de estas dimensiones, sobre todo porque no hace mucho pasamos por uno: hace un par de años, las salas de conciertos de todo el mundo no vieron nada más que Mozart en sus programas de todo el año por la conmemoración del aniversario 250 de su nacimiento. En medio de todo este escenario reverencioso, la música llega a parecer trivial cuando se habla tanto de ella; cuando un nombre es pronunciado por tantas bocas al mismo tiempo en todo el mundo se empieza a generar una especie de excedente, de ruido, que hace que su vulnerabilidad sea cada vez más visible. Esto es justo lo que vio Kagel: a veces, las conmemoraciones suelen ser perjudiciales para el conmemorado, es, quizá, el momento en el que más vulnerable se vuelve su figura y su obra, suele ser el momento en que las críticas parecieran más oportunas. Con la música de Beethoven sonando en todas las salas, en todos los eventos (incluso los no musicales), en todos lados, podemos poner una situación-ejemplo pertinente: en la adaptación libre de A Clockwork Orange de Anthony Burgess, Stanley Kubrick retrata a un protagonista que enloquece vehementemente con la música de Beethoven; quizá no sea arriesgado ver esto como un caso similar a todo un mundo de músicos y melómanos en pleno condicionamiento al rendir un homenaje a un músico muerto hace dos siglos. Es ahí donde aparece el punto débil que mencionaba: si es necesario preguntarse qué es lo que queda después del caos que logró Kagel no sólo con Ludwig van sino con toda su obra, es ¿cuál es la posición de la música en la sociedad actual?, o por lo menos es una pregunta que muy probablemente se harán muchos de los que asistan a su proyección. Mientras tanto, y para dar una idea del trabajo de Mauricio Kagel como director, he aquí varios de sus filmes y videos:




Anthithese, 1965, sobre la paranoia y los problemas de un ingeniero en un estudio. 16 mm, 19 minutos.


Match, 1966, una competencia entre músicos. 16 mm, 27 minutos.


Solo, 1967, video, 26 minutos.

Duo, 1967-68, video, 41 minutos.

Duo y Solo son psicodramas sobre músicos, pesadillas de los espectadores, escenarios absurdos, solos de guitarra eléctrica en el metro, maniquíes en el baño y conductores perdidos en un ambiente hostil.


Hallelujah, 1969, es una de las principales películas de Kagel, una historia surrealista sobre la boca y sus cambios. Manos, ojos, lenguas en un dilema sin salida. 16 mm, 47 minutos.


Blue's Blue, 1981, con Mauricio Kagel pegado al sillón viviendo en un pequeño cuarto oscuro con otros tres músicos que tratan de sobrevivir. Video, 32 minutos.


MM51 / Nosferatu, 1983, un forcejeo entre una película dentro de otra película. Video, 10 minutos.


Para un fragmento más extenso de Ludwig van (36 minutos), click aquí.


Para ver los videos en la página original, click aquí.




Para terminar, una de las cosas que más llaman la atención al revisar la ficha de Ludwig van es su colosal reparto: se trata de un elenco increíblemente ecléctico, que incluye, entre artistas visuales, músicos e intérpretes, a gente como Dieter Roth, Joseph Beuys o Robert Filliou, así como el propio Kagel. Se trata de una obra que interesará por igual a músicos, artistas, cineastas y público en general. La entrada a la proyección es gratis (cupo limitado), así que nadie tiene pretexto para perderse no sólo de la película más importante de Mauricio Kagel, sino de una obra que servirá, además, para ampliar la visión de la estética y la posición como artista del compositor.



Ludwig van
Alemania, 1970
Mauricio Kagel, autor, arreglos musicales y director.
16 mm, b/n
90 minutos

Reparto en orden de aparición

Joseph Beuys, Günther Boehnert, Carlos Feller, Werner Höfer, Mauricio Kagel, Rudolf Körösi, Linda Klaudius-Mann, Klaus Lindemann, Heinz-Klaus Metzger, José Montes-Bacquer, Dieter Roth, Schuldt, Victor Staub, Otto Tomek, Ferry Waldoff, Stefan Wewerka

Reconstrucción de la casa de Beethoven

Joseph Beuys cocina | Ursula Burghardt sala y jardín | Robert Filiou bodega | Mauricio KagelDieter Roth en colaboración con Rudolf Rieser baño | Stefan Wewerska estudio de música | enfermería



Ciclo Kagel 3: Ludwig van // Miércoles 17 de Marzo 2010, 18:00 Hrs. // Arteria // ENTRADA LIBRE, CUPO LIMITADO

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No se dondese ubica Arteria y tengo muchas ganas de ir a al proyecciòn de la película de Kegel. Podrían decirme la direcciòn por favor?